Todos sabemos que la Iglesia en si esta representada por cada comunidad de los cristianos reunidos en oración, formando así la gran Iglesia fundada por Jesús resucitado a través de sus Apóstoles y con la colaboración del Espíritu Santo en una permanente comunión hasta hoy en día. Todas estas comunidades que forman la Iglesia del Señor a su vez tienen un sitio físico consagrado que las alberga en todas las celebraciones de culto. Comenzando con el espectacular templo de Salomón la arquitectura de las iglesias ha conocido una evolución histórica pero la razón y la finalidad eclesiástica de los templos ha sido siempre la misma: un lugar dedicado exclusivamente a las actividades y a las celebraciones religiosas, un sitio incorrupto en el cual pueda realmente venir Jesucristo en cada Liturgia.
En la Iglesia Ortodoxa de igual forma que en la Iglesia Católica, el templo ha tenido siempre un valor importantísimo en la vida de cada comunidad cristiana. Toda la vida social, cultural y religiosa rondaba alrededor de la iglesia de cada pueblo o ciudad. En la larga historia del pueblo rumano podemos observar la gran importancia de las iglesias para los pueblos y para los monasterios. Hasta hoy en día cuando se construye una iglesia nueva acuden a la consagración de la misma miles y miles de personas.
Las nuevas iglesias construidas siempre tienen que ser bendecidas y consagradas para estar limpias de todo lo que es terrenal y eso porque ahí va a estar siempre Jesucristo con Cuerpo y Sangre. Igual que en este lugar se van a celebrar los Santos Sacramentos.
La celebración es muy bonita y fastuosa, el obispo y los sacerdotes de toda la comarca participando en todos los actos de la consagración de la iglesia.
La consagración empieza fuera, frente a las puertas cerradas de la iglesia. El obispo lee aquí una lectura del Santo Evangelio, salpica los muros de la iglesia con agua bendecida en forma de cruz. Después con la Santa Cruz en la mano derecha toca la puerta y dice :”¡Puertas, levanten sus dinteles, levántense, puertas eternas, para que entre el Rey de le gloria!” (Salmo 23). Alguien quien está dentro le pregunta:”¿Y quien es ese Rey de la gloria?” Y el obispo le contesta “Es el Señor, el fuerte, el poderoso, el Señor poderoso en los combates”. Todo esto se repite tres veces.
Después entran todos en la iglesia y en el altar empieza la consagración de la Santa Mesa. En el centro de la misma se incorporan reliquias de los santos mártires de la Iglesia, también la lista con los fundadores y el acta de consagración. Después se tapa el agujero con cera virgen y con cemento. Se pegan con cera los iconos de los cuatro evangelistas en las esquinas y después se cubre con una tela blanca que simboliza la camisa y el sudario del Señor Jesús. A lo largo de la celebración se utiliza agua y aceite bendecidos, el Santo y Gran Myron e incienso, se dicen textos del Evangelio y se cantan diversos himnos. Cuando la Santa Mesa esta ya consagrada el obispo coloca encima de ella el Evangelio, la Cruz, el Arca, candeleros, los vasos y demás objetos litúrgicos. El obispo invita a toda la gente a coger luz de su vela y empieza la Misa.
Al final de la celebración todos los cristianos participantes van a pasar por el altar besando la mesa. Es la única ocasión para los laicos de pasar por el altar de esa iglesia, dado que durante los oficios religiosos solo el sacerdote y sus ayudantes pueden entrar en el altar.
El día 3 de mayo del 2009, aquí en Zaragoza tuvimos la gran ocasión de participar por primera vez en la celebración de la consagración del nuevo espacio litúrgico de nuestra parroquia ortodoxa rumana.