El ciclo navideño
En la Iglesia Ortodoxa, la celebración de la Navidad comienza cuarenta días antes del 25 de Diciembre, el 15 de Noviembre. La Iglesia inicia ese día el ayuno navideño: por cuarenta días somos llamados a meditar en la Encarnación del Verbo de Dios, llamados a ver su humildad al nacer en una cueva y llamados a prepararnos para encontrar el real significado de la Navidad. Nos llama a ayunar para purificar tanto nuestras almas como nuestros cuerpos y entrar al misterio de la venida del Señor.
El ayuno de Navidad es un ayuno “ascético”, distinto del ayuno de Pascua, el cual es mucho más litúrgico. Sin embargo durante el tiempo del ayuno de Navidad toda una serie de himnos litúrgicos nos recuerdan la proximidad de la fiesta del Nacimiento de Cristo. El 15 de Noviembre comenzamos a cantar el himno:
“Cristo ha nacido, glorificadlo! ¡Cristo viene de los cielos, recibidlo! ¡Cristo está sobre la tierra, elévense! Cantad al Señor toda la tierra y alabadle, oh pueblos, con alegría, porque ha sido glorificado”.
Los Domingos y las fiestas anteriores a la Navidad
Dentro del período de cuarenta días que nos prepara para la fiesta de la Navidad del señor, encontramos en nuestro camino una serie de conmemoraciones muy importantes para recordar el porque de nuestro ayuno. Durante los cuarenta días tenemos dos fiestas marianas: la entrada de María al templo, su consagración al templo de Jerusalén, realizado por sus padres, Joaquín y Ana; así como la fiesta de la Concepción de la Madre de Dios.
Además, los dos domingos anteriores a la Navidad, la Iglesia conmemora a los predecesores de Cristo, tanto a sus predecesores directos, como a los santos profetas del Antiguo Testamento que prepararon la venida al mundo de Nuestro Señor. El domingo anterior a la Navidad es conocido como “el Domingo de la Genealogía”: en el recordamos a todos los patriarcas del Antiguo Testamento y a los padres que precedieron la venida de Cristo al mundo. El domingo anterior a éste es conocido como el “Propateron” o domingo de los antepasados de Cristo en el que recordamos a sus padres y abuelos.
A partir del 20 de Diciembre la Iglesia comienza con el período llamado de “la preparación para el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo”. La estructura de los oficios ortodoxos, desde ese día y hasta Navidad, es similar a la Semana Santa, pues el nacimiento del Hijo de Dios es el inicio de nuestra salvación. Dentro de ésta semana se celebra el famoso oficio del “Paramon” o de la preparación a la Navidad, en el que, además de las horas reales y las Vísperas se celebra la Divina Liturgia de San Basilio el Grande, de la misma manera que lo haríamos un Viernes Santo antes de Pascua, pero con los cambios propios de la Navidad.
El Oficio de la Navidad
El 24 de Diciembre la Iglesia celebra las horas de la fiesta, las Vísperas y finaliza la celebración con la divina Liturgia de San Basilio el Grande. Durante la celebración de estos oficios, las lecturas y los himnos recuerdan la venida con poder del Hijo de Dios en la carne. Las Vísperas inician la Navidad de Cristo, en ellas leemos ocho profecías del Antiguo Testamento, que atestiguan precisamente que Cristo es el cumplimiento de la promesa del Padre. Al finalizar la Liturgia, el sacerdote sale del santuario y llevando una vela en su mano derecha, rodeado por los miembros de la comunidad, entona el Tropario de la fiesta:
“Tu nacimiento, Cristo nuestro Dios, ha mostrado al mundo la luz de la sabiduría. Porque los que adoraban a las estrellas, fueron enseñados por una estrella a adorarte, oh Sol de Justicia, y a saber que tu viniste del Oriente de las alturas, Oh Señor, gloria a Ti”
El 25 de Diciembre celebramos la culminación de la Fiesta: los cuarenta días de ayuno han llegado a su fin, reveemos nuestros anhelos puestos el 15 de Noviembre y comenzamos a ver los frutos del tiempo de preparación para la fiesta.
El período posterior a la Navidad
El segundo día de la Navidad es dedicado a conmemorar a la Santísima Virgen María: la Iglesia interpreta que la Encarnación del verbo fue posible gracias a su intervención. El Padre Schmemman dice: “Su humanidad, concreta e históricamente, es la humanidad que recibió de María”. Por esto, esta conmemoración a la Madre de Dios es tal vez la más antigua conmemoración a María en la historia de la Iglesia. Los oficios de Navidad dan término el sexto día de la fiesta, el 31 de Diciembre, cuando terminamos éste período para iniciar el de la Circuncisión y la Epifanía de Cristo.